<p>A comienzos de la década del 2010, la industria de los conciertos y espectáculos masivos vive un auge y reinvención del formato en Chile. El contexto cultural del país, marcado por el apagón cultural en dictadura y una transición que vio emerger los primeros megaconciertos, sentaron bases para organizar festivales de carácter internacional, tales como Lollapalooza; su influencia en Estados Unidos, su país de origen, han marcado generaciones de músicos y bandas de todos los nichos, a lo largo de sus 27 años de existencia. Con la llegada del evento a Santiago –y que sería la primera vez fuera de Norteamérica–, es que los medios de comunicación deciden hacer eco de este ambicioso festival, entregándole espacio en sus pautas, a través de notas, columnas y entrevistas enfocadas en la antesala y transcurso, lo que posteriormente se fue repitiendo año a año, una vez que éste se instaurara en la agenda fija. A la fecha, el festival cuenta con ocho versiones organizadas en Chile, un caso de éxito que permitió convertirlo en una franquicia para su exportación a Brasil, Argentina y otros países de Europa. Dicho lo anterior, surge nuestra inquietud y la elaboración de una posterior problematización para observar el fenómeno mediático que supone Lollapalooza: lo que ha significado la presencia del festival en nuestro país y cómo ha sido interpretado por los medios, desde la crítica y su cobertura mediática, elementos que han construido una visión del evento más allá de lo estrictamente musical. Así pues, para nuestra investigación se escogieron cuatro medios representativos, entre tradicionales y nuevos medios digitales, los cuales se sometieron a un análisis de cobertura y de tratamiento informativo. Esta observación mixta, entonces, nos permitió medir diversos aspectos, en torno a métricas y tendencias discursivas, con el fin de demostrar la valoración y el sentido de la experiencia del festival en Chile, a partir del imaginario y construcción de los medios de comunicación</p>
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Licenciado en Comunicación Social
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PERIODISMO
<p>A comienzos de la década del 2010, la industria de los conciertos y espectáculos masivos vive un auge y reinvención del formato en Chile. El contexto cultural del país, marcado por el apagón cultural en dictadura y una transición que vio emerger los primeros megaconciertos, sentaron bases para organizar festivales de carácter internacional, tales como Lollapalooza; su influencia en Estados Unidos, su país de origen, han marcado generaciones de músicos y bandas de todos los nichos, a lo largo de sus 27 años de existencia. Con la llegada del evento a Santiago –y que sería la primera vez fuera de Norteamérica–, es que los medios de comunicación deciden hacer eco de este ambicioso festival, entregándole espacio en sus pautas, a través de notas, columnas y entrevistas enfocadas en la antesala y transcurso, lo que posteriormente se fue repitiendo año a año, una vez que éste se instaurara en la agenda fija. A la fecha, el festival cuenta con ocho versiones organizadas en Chile, un caso de éxito que permitió convertirlo en una franquicia para su exportación a Brasil, Argentina y otros países de Europa. Dicho lo anterior, surge nuestra inquietud y la elaboración de una posterior problematización para observar el fenómeno mediático que supone Lollapalooza: lo que ha significado la presencia del festival en nuestro país y cómo ha sido interpretado por los medios, desde la crítica y su cobertura mediática, elementos que han construido una visión del evento más allá de lo estrictamente musical. Así pues, para nuestra investigación se escogieron cuatro medios representativos, entre tradicionales y nuevos medios digitales, los cuales se sometieron a un análisis de cobertura y de tratamiento informativo. Esta observación mixta, entonces, nos permitió medir diversos aspectos, en torno a métricas y tendencias discursivas, con el fin de demostrar la valoración y el sentido de la experiencia del festival en Chile, a partir del imaginario y construcción de los medios de comunicación</p>