Existe un vínculo inherente entre Valparaíso y Santiago. Ciudades que fundadas desde el oficio y la palabra respectivamente, han
sabido complementarse en los distingos que cada una contiene. Puerto y capital, costa y valle, horizonte marino y horizonte
cordillerano, son algunos de las tantas singularidades que forman parte de la relación simbiótica presente entre estas urbes.
Vínculo que se ha expresado a partir de los caminos coloniales, desde los caballos y las carretas hasta el automóvil. Han sido
las redes viales las que han consolidado la correspondencia entre ambas, la cual a partir de 1863 se impulsa con la construcción del ferrocarril. Medio que como es característico, favorece el desarrollo urbano de las ciudades con el transporte de carga (Economía) y la movilidad de pasajeros que genera.
Por este motivo, a partir de la experiencia ferroviaria entre Valparaíso y Santiago además de las redes generadas a lo largo del país y sus respectivos ramales, el tren fue clave en el proceso incipiente de desarrollo de la nación, el cual perduró hasta 1950 aproximadamente, año en el cual comienza a disminuir de manera progresiva su presencia y relevancia en el quehacer del país hasta lo que es hoy.
Un triste reflejo de lo que fue, estando en su mayoría abandonados o como zonas patrimoniales. A partir de lo anterior, se ha puesto en boga en los últimos años y como parte de la agenda nacional la recuperación de redes ferroviarias, siendo una de ellas el recorrido Valparaíso y Santiago con un tren rápido que vincule. Tecnología que se presume transformaría el habitar entre ciudades, con una velocidad que hoy no se tiene presente y que construiría un nuevo modo de habitar en movimiento, con un paisaje que se presenta de manera fugaz ante un observador que le dota de significado. Valparaíso y Santiago nuevamente unidos desde los rieles, pero con un nuevo modo, un nuevo acto, donde el paisaje – elemento de la investigación – mezcla sus atributos urbanos y geográficos para constituirse como un imaginario que se habita en fugacidad
Tesis
Existe un vínculo inherente entre Valparaíso y Santiago. Ciudades que fundadas desde el oficio y la palabra respectivamente, han
sabido complementarse en los distingos que cada una contiene. Puerto y capital, costa y valle, horizonte marino y horizonte
cordillerano, son algunos de las tantas singularidades que forman parte de la relación simbiótica presente entre estas urbes.
Vínculo que se ha expresado a partir de los caminos coloniales, desde los caballos y las carretas hasta el automóvil. Han sido
las redes viales las que han consolidado la correspondencia entre ambas, la cual a partir de 1863 se impulsa con la construcción del ferrocarril. Medio que como es característico, favorece el desarrollo urbano de las ciudades con el transporte de carga (Economía) y la movilidad de pasajeros que genera.
Por este motivo, a partir de la experiencia ferroviaria entre Valparaíso y Santiago además de las redes generadas a lo largo del país y sus respectivos ramales, el tren fue clave en el proceso incipiente de desarrollo de la nación, el cual perduró hasta 1950 aproximadamente, año en el cual comienza a disminuir de manera progresiva su presencia y relevancia en el quehacer del país hasta lo que es hoy.
Un triste reflejo de lo que fue, estando en su mayoría abandonados o como zonas patrimoniales. A partir de lo anterior, se ha puesto en boga en los últimos años y como parte de la agenda nacional la recuperación de redes ferroviarias, siendo una de ellas el recorrido Valparaíso y Santiago con un tren rápido que vincule. Tecnología que se presume transformaría el habitar entre ciudades, con una velocidad que hoy no se tiene presente y que construiría un nuevo modo de habitar en movimiento, con un paisaje que se presenta de manera fugaz ante un observador que le dota de significado. Valparaíso y Santiago nuevamente unidos desde los rieles, pero con un nuevo modo, un nuevo acto, donde el paisaje – elemento de la investigación – mezcla sus atributos urbanos y geográficos para constituirse como un imaginario que se habita en fugacidad