<p>Hoy es parte de un ejercicio común en la planificación de la ciudad definiráreas o zonas desde los aspectos físicos del territorio, identificando piezasurbanas coherentes que responden a elementos geográficos, morfológicos y/oespaciales. No obstante, muchas veces estos polígonos, basados netamente enlo físico, carecen de coincidencias entre la propuesta territorial y el modo en quese habitan.Esto me lleva a la idea de ahondar en la relación que establece la persona conel entorno, a través del significado y el sentido con el que se dota el espacio delhabitar.Parto el ejercicio estudiando la manera en que las personas van construyendosu relación con el entorno, entendiendo el habitar como la decisión depermanecer, de fundar, pero no solo un lugar, sino que todos los elementos quevan definiendo al hombre, su historia, su futuro, su visón del mundo. El asuntoes entonces, establecer una clara diferencia entre ocupar un espacio y habitarun lugar.El lugar se habita en la relación que establece la persona con su entorno, a partirdel arraigo dado en el reconocer y reconocerse en él. Esta correspondenciaestudiada desde un aspecto positivo, se llama Topofilia. Lo virtuoso no soloes dado por la experiencia sensible, sino que por la fuerte carga imaginativaa través de la cual se podría afirmar que esta “entra en valor”, condición que le permite diferenciarse del espacio mesurable de la física o geometría paraostentar la categoría de “espacio vivido”Es decir, este espacio, no se establece desde una pre-existencia asignificante aocupar, sino que desde una construcción histórica y social, cargada de sentido,en la cual se hace patente una determinada relación con el mundo.Es así, como la persona en su afán de estructurar su espacio geográfico ycosmológico, va generando medidas, las cuales decrecen en su valor, a medidaque sus componentes se alejan. El habitante genera ciertas dimensiones conmayores posibilidades de contener, porciones que se comienzan a apropiar, areconocer y a valorar, acercándolas a una condición de habitualidad.Este espacio habitual, esta necesariamente ligado a la comunidad; circunstanciaque hace que este arraigo no tenga otro sentido que el propio fortalecimiento yconsolidación de la persona, ya que tales comunidades, más que “pertenecer”a un lugar espacial, pertenecen a una idea de mundo que construyen; un lugardonde el intercambio se establece a través de la confianza, la seguridad, y loslazos de vecindad.Es así, como esta “idea de mundo en común” reconoce representacionessocialmente compartidas que resultan de la interacción con el entorno físico.Estas nacen del cotidiano y de las coincidencias que pueden aparecer en loscontenidos cognitivos, afectivos y simbólicos otorgados por sus participantes,determinando una realidad representada, apropiada e integrada por el grupo</p>
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Magíster en Arquitectura y Diseño Mención Ciudad y Territorio
MAGISTER EN ARQUITECTURA Y DISEÑO M/CIUDAD Y TERRITORIO
<p>Hoy es parte de un ejercicio común en la planificación de la ciudad definiráreas o zonas desde los aspectos físicos del territorio, identificando piezasurbanas coherentes que responden a elementos geográficos, morfológicos y/oespaciales. No obstante, muchas veces estos polígonos, basados netamente enlo físico, carecen de coincidencias entre la propuesta territorial y el modo en quese habitan.Esto me lleva a la idea de ahondar en la relación que establece la persona conel entorno, a través del significado y el sentido con el que se dota el espacio delhabitar.Parto el ejercicio estudiando la manera en que las personas van construyendosu relación con el entorno, entendiendo el habitar como la decisión depermanecer, de fundar, pero no solo un lugar, sino que todos los elementos quevan definiendo al hombre, su historia, su futuro, su visón del mundo. El asuntoes entonces, establecer una clara diferencia entre ocupar un espacio y habitarun lugar.El lugar se habita en la relación que establece la persona con su entorno, a partirdel arraigo dado en el reconocer y reconocerse en él. Esta correspondenciaestudiada desde un aspecto positivo, se llama Topofilia. Lo virtuoso no soloes dado por la experiencia sensible, sino que por la fuerte carga imaginativaa través de la cual se podría afirmar que esta “entra en valor”, condición que le permite diferenciarse del espacio mesurable de la física o geometría paraostentar la categoría de “espacio vivido”Es decir, este espacio, no se establece desde una pre-existencia asignificante aocupar, sino que desde una construcción histórica y social, cargada de sentido,en la cual se hace patente una determinada relación con el mundo.Es así, como la persona en su afán de estructurar su espacio geográfico ycosmológico, va generando medidas, las cuales decrecen en su valor, a medidaque sus componentes se alejan. El habitante genera ciertas dimensiones conmayores posibilidades de contener, porciones que se comienzan a apropiar, areconocer y a valorar, acercándolas a una condición de habitualidad.Este espacio habitual, esta necesariamente ligado a la comunidad; circunstanciaque hace que este arraigo no tenga otro sentido que el propio fortalecimiento yconsolidación de la persona, ya que tales comunidades, más que “pertenecer”a un lugar espacial, pertenecen a una idea de mundo que construyen; un lugardonde el intercambio se establece a través de la confianza, la seguridad, y loslazos de vecindad.Es así, como esta “idea de mundo en común” reconoce representacionessocialmente compartidas que resultan de la interacción con el entorno físico.Estas nacen del cotidiano y de las coincidencias que pueden aparecer en loscontenidos cognitivos, afectivos y simbólicos otorgados por sus participantes,determinando una realidad representada, apropiada e integrada por el grupo</p>